Poemas : Nocturno difunto |
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Desde que despojada de tu cuerpo
te escondiste en el aire, yo siento mi existencia más honda en el misterio, como si mis manos, alargadas por las tuyas inmensas en el cielo, en levantado avance ya tocaron la astronomía sin fin... Estoy como en los ríos que a pesar de correr sumisos a su cauce, por su mortal marino abocamiento también están ligados a las aguas del mar donde se acendran. Por la ventana que al morir dejaste abierta en la penumbra, he podido mirar mi aventajada muerte persiguiendo tus huellas espaciales, y tengo la certeza de que me estoy rodando indeteniblemente en el hambre del vaso universal, igual que el humo libre que la atmósfera atrae y no puede, aunque quiera, regresarse a su lumbre. Estoy seguro de que cada día mi sangre que te busca, se evapora ganando altura transformada en nubes, y parte de mí ya vuela en el espacio, emparentada. Desde tu muerte, siento que te guardo como un lucero íntimo que medita en la noche de mi entraña, disuelto como el azúcar en el orbe líquido y que, muchas veces, te denuncias asomando tu espiritual dulzor en mi saliva amarga. Desde que tu voz, por el silencio amortaja, dejó de hablar para encender palomas sobre el árbol del viento, en que cantan con insepultos ecos la profunda madurez del idioma flotante de tu ausencia, yo palpo -al escuchar- el molde vivo que en el aire horada tu falta de materia, que es ternura siempre en acecho que acaricia y roba. Yo creo que tu cósmico deleite es atraerme a tu pasión de vuelo, a tu girar errante, porque ya tu misión es recoger esta fracción de ti que aún perdura en el fluvial ramaje de mis venas. No puedo definir dónde te encuentras, pero sí te adivino circundante en un arribo de alentada fuga, que exacerba mis ansias en un filial apego al resplandor sin luz de tus imanes. ¡Qué plenitud vacía te dibuja en el fondo de mis ojos que no te ven, pero que sí me permiten que hasta la fuente de mis sueños bajes y quedes a su impulso vinculado! ¡Cuánto tiempo de estar solo y contigo habitándome a solas, como la llama al fósforo en el letargo, o a la uva, el espíritu del vino! Yo soy una ambulante sepultura en que reposa tu fugitiva permanencia que me va madurando, lentamente, hasta que mi energía entumecida se adiestre en vuelo que recobre estrella. Inmerso en mi conciencia desarrollas un pensante silencio que se atreve a conversar sin mí. Yo lo descubro reviviendo recuerdos en mi oído: es como el nacimiento de sollozos que se produce cuando el agua cae sobre la carne viva de las brasas. Al derribarse tu estatura en polvo formaste la marea del vislumbre mortal que me obsesiona, y no hay sitio, temor, espera o duda en donde tú, como trasfondo en alba, no finques la silueta de tu amparo. En mi vigilia, a oscuras, como los ciegos sigo con el tacto los relieves que escribes en el papel nocturno, y los capto agitados en asedio amoroso: amor de un muerto que jamás olvida la sangre que ha dejado trasvasada. Yo quisiera que la imagen que de ti conservo se azogara la espalda, para mirar, siquiera unos instantes, cómo el deslinde al incolor procrea tu claridad auténtica de ángel. |
Poeta
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bello poema.