Poemas : Oro viejo |
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Soy el hijo natural
de no sé qué aberración y de cuya tradición puede hablar el arrabal; he sido la flor del mal, el tenorio del facón, el que ganó la elección cuando el caudillo imperaba y el malevaje buscaba para usarlo de escalón. Fue el que tuvo por bandera, como ley, como atavismo, reconocer en sí mismo a toda la hombría entera. No tuve quien se opusiera a mis odiosos antojos, por mí bajaron los ojos hombres que fueron muy machos y marqué muchos escrachos con largos barbijos rojos. El comisario sagaz me tuvo por un aliado, fue mi tutor obligado en el barrio, el Juez de Paz, y fue mi apodo procaz un insulto que altivaba porque una historia guardaba que era para mí un laurel y me lucía con él cuanto más me degradaba. |
Poeta
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