Poemas : Interpretación de los motivos del barro de Omar Khayyam |
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I
De pronto dijo un vaso con insólito impulso: -De mí todos se burlan porque nací torcido. Pues fue que al alfarero le tembló un poco el pulso y por tanto quien ría, primero se ha reído de aquél que soy substancia, medida y contenido. II -Hay un vaso torcido que se siente perfecto. A mí me ven correcto, pero me sé torcido. Falla del alfarero? Salí favorecido porque puedo mirar más allá del aspecto y saber mi defecto por más que esté escondido. III -Soy barro o alfarero? Se pregunta otro vaso. -Soy barro algunas veces? Soy otras alfarero? -Cuál de entre tantos vasos soy: último? primero? -Soy igual? Soy distinto? Soy obra del acaso? IV -Yo sé que no soy vaso perfecto, ni imperfecto. Pues voy torcido a veces por otras tantas recto. V Otro vaso reseco, sin ningún contenido, escucha rencoroso los diálogos y exclama: -Yo fui feliz tan solo cuando no había nacido. Pues para ser un vaso, primero fui una llama. VI Otro replica al punto: -Yo espero un vino claro con el cual me colmaron en un lejano estío. Desde entonces me llenan y siempre estoy vacío y estoy siempre sediento del dulce vino avaro. VII -Y si a mí me colmaran con un nuevo licor fuera vaso perfecto. Vaso de maravilla. Vaso dilecto y puro de amor, no de rencor y mi virtual esencia pudiera ser semilla de una arcilla más triste, pero mucho mejor. VIII -Según los que me miran, yo soy como ellos quieren, No como yo me siento por dentro ni por fuera. Si beben de mi vino, les sabe al que prefieren y así cada cual toma mi gusto a su manera. IX -A mí muchos me juzgan medida y sentimiento, capacidad y peso, calidad y presencia. Lo que son o aparentan, presumen que aparento. Será que soy un poco de todo en la apariencia? X -Llegó el amo una tarde que estaba haciendo frío y me llenó hasta el borde de vino generoso y al beber muy despacio, fue recobrando brío y yo me fui sintiendo liviano y luminoso. Así por muchas veces me escanció con anhelo hasta que al fin los dos rodamos por el suelo. Después volvió a llevarme con torpe movimiento a los labios resecos y yo estaba vacío. Me arrojó de su lado con qué modo violento y desde entonces, siempre, de todo desconfío. (No sé que gusto obtiene quien quiebra el vaso hermoso donde hasta ayer bebiera del vino generoso). |
Poeta
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