Poemas : Hojas Secas |
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Tú despertaste el alma descreída
Del pobre que tranquilo y sin ventura, en el Gólgota horrible de la vida agotaba su cáliz de amargura. Indiferente a mi fatal castigo me acercaba a la puerta de la parca Más infeliz que el último mendigo, más orgulloso que el primer monarca. Pero te amé; que a tu capricho plugo ennegrecer mi detestable historia... quien nació con entrañas de verdugo sólo dándo tormento encuentra gloria. Antes que te amara con delirio viví con mis pesares resignado; hoy mi vida es de sombra y de martirio; hoy sufro lo que sufre un condenado. Perdió la fe mi vida pesarosa; sólo hay abismos a mis pies abiertos... quiero morir... ¡feliz el que reposa en el húmedo lecho de los muertos!... Nacer, crecer, morir. He aquí el destino de cuanto el orbe desgraciado encierra; ¿qué importa si al fin de mi camino voy a aumentar el polvo de la tierra? ¿Y qué la tempestad? ¿Qué la bonanza? ¿Ni qué importa mi futuro incierto, si ha muerto el corazón, y la esperanza dentro del corazón también ha muerto?... ¿Sabes por qué te amé?... Creí que el destino te condenaba como a mí, al quebranto, y ebrio de amor, inmaterial, divino. quise mezclar mi llanto con tu llanto. ¡Ah!... ¡coqueta!... ¡coqueta!... yo veía en ti de la virtud excelsa palma... ¿ignoras que la vil coquetería es el infame lupanar del alma? Di, ¡por piedad! ¿qué males te he causado? ¡Por qué me haces sufrir?... Alma de roble, buscar el corazón de un desgraciado para jugar con él, eso es... ¡innoble! ¿Me hiciste renacer al sentimiento para burlarte de mi ardiente llama?... Te amo hasta el odio, y, al odiarte siento que más y más el corazón te ama. Fuiste mi fe, mi redención, mi arcángel, te idolatró mi corazon rendido. con la natura mística del ángel, con el vigor de Lucifer caído, Que tengo un alma ardiente y desgraciada alma que mucho por amar padece; no sé si es miserable o elevada, sólo sé que a ninguna se parece. Alma infeliz, do siempre se encontraron el bien y el mal en batallar eterno; alma que Dios y Satanás forjaron con luz de gloria y lumbre del infierno. Esta alma es la mitad de un alma errante, que en mis sueños febriles reproduzco, y esa mitad que busco delirante, nunca la encontraré: pero... ¡la busco! Soy viejo ya, mi vida se derrumba y sueño aún con plácidos amores, que en vez del corazón llevo una tumba, y los sepulcros necesitan flores. Te creí la mitad de mi ser mismo; pero eres la expiación, y me parece ver en tu faz un atrayente abismo, lleno de luz que ciega y desvanece. No eres mujer, porque la mente loca te ve como faceta de brillante eres vapor que embriaga y que sofoca. aérea visión, espíritu quemante. Yo que lucho soberbio con la suerte; y que luchar con el demonio puedo, siento latir mi corazón al verte... ya no quiero tu amor... me causas miedo. Tú me dejas, mujer, eterno luto; pero mi amor ardiente necesito arrancar de raíz; porque su fruto es furto de dolor, fruto maldito. Quiero a los ojos arrancar la venda, quiero volver a mi perdida calma, quiero arrancar mi amor, aunque comprenda |
Poeta
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