Poemas : SOMBRA |
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I
¿Quién eres, di, sombra errante, que me sigues pertinaz, y doquiera que la faz vuelvo, te miro delante? ¿Eres la memoria estuante de lejano devaneo, o al engendrarte el deseo con mi propio ser batallas? ¿Por qué sin saber do te hallas en todas partes te veo? II ¿Eres éter desprendido de la región impalpable, por mandato inexplicable en fantasma convertido? ¿O de mi llanto vertido el vaporoso ardimiento finge una forma en el viento, forma que amo y acobarda? ¿Eres el ángel de la guarda?, ¿eres mi remordimiento? III Cuando las noches sus mares de sombra, en la tierra vierte y en mi lecho caigo inerte, nutrido de mil pesares; dejando tal vez tus lares fantásticos, apareces, y si el afán toma creces, me levanto como loco, por ver si tu sombra toco y al punto te desvaneces. IV Mi extraviada fantasía con distintas formas pueblas eres luz en las tinieblas, y sombra en la luz del día. Inspiras a mi ardentía amor que extraña el espanto; ¿Por qué desde el camposanto me recuerdas, por mi mal, una historia criminal que santificó mi llanto? V Te adoro, sombra imposible, como el arcángel enteo, y aunque nada, nada creo, hoy me asombra lo increíble sombra del alma adorada. ¿Por qué no eres ¡ay! tangible, sombra de la infortunada que mi labio en sueños nombra? ¿por qué no me vuelvo sombra para fundirme en tu nada? VI Sombra de la amada mía, que brilla lánguidamente, como brilla una palente estrella, en la noche umbría. ¿Por qué en mi audaz fantasía vives, memoria de ayer? ¡Oh!, ¡quién pudiera creer que entre la bruma del sueño amara con loco empeño a un ser que no puede ser! VII Te veo unas veces estela; otras, estatua marmórea; otras, visión incorpórea; otras cual luna a quien cela denso vapor que la vela, y otras como esos quemantes rayos del sol, que anhelantes al entrar por el balcón, fingen faja de crespón llena de átomos brillantes. VIII Te adora intuitivamente, y vuela, si estoy dormido, mi espíritu desprendido tras tu forma transparente. Ojalá nunca lamente por tu presencia exaltada llegue a verte evaporada; porque quiero al fenecer dar a tu nada mi ser, o ser con tu nada, nada. |
Poeta
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