Poemas : Abrojos |
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Siempre desgraciado fui;
Desde mi pequeña cuna, A la incansable fortuna de juguete le serví; La noche en que yo nací Tronaba la tempestad, Y alaridos de ansiedad La gente aturdida alzaba; Porque el cólera sembraba El terror y la orfandad. II ¡La niñez ¡ – edad que vela el ángel de las sonrisas, y entre flores, juego y brisas sin sentir el tiempo vuela- Esa edad amarga estela Dejó sobre mar de llanto; Porqué sufrí tanto, tanto, En aquella edad de armiño, Que en mis recuerdos de niño Comienza mi desencanto. III Vino después otra edad, Y pasiones irritantes Se alzaron, como bramantes Olas, en la tempestad. Mas desbordé en la maldad, Cual se desborda un torrente, Y entre crápula indecente, Y en indecentes amores, Sequé del alma las flores, Cubrí de sombra la frente. IV En mi tormento prolijo, Al cielo a veces acudo; Pero ¡ay! El cielo está mudo Para el hombre a quien maldijo. En vano, en vano me aflijo Por la esperanza extinguida, Y aunque mi ya envejecida Frente, de pesar se abrasa, No vuelve la edad que pasa, Ni vuelve la fe perdida. V Tiene luto el corazón Como de noche el desierto, Y, como toque de muerto, Tristes mis cantares son. Es fúnebre panteón La fatigada memoria, Donde en ánfora mortuoria Vino el tiempo a recoger Las imágenes que ayer Fueron el sol de mi gloria. VI Nutre incisivo sarcasmo Mi sonrisa de amargura, Y es el pecho sepultura Donde yace el entusiasmo. Presa de horrible marasmo Desfallece el alma impía; Y en fatal melancolía, Y en estúpido quietismo, Parece que en mi ser mismo Hay un germen de agonía. VII Inclino con desaliento, Entre brumas de tristeza, La encanecida cabeza Que rasa el remordimiento. Y hostigado hasta el tormento, De la mundana balumba, Grito, con voz que retumba Cual rayo que lumbre vierte: ¡Ábreme tus brazos, muerte! ¡Trágate mi cuerpo, tumba! |
Poeta
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