Poemas :  Sin título
Llegué a mi destino
y comencé a caminar la calle.
El desértico asfalto
se extendía lejano
por todos lados.
No podía decir que
todo estaba inmóvil
puesto que ni siquiera había
algo que así lo indicara.
Miré las nubes grises
y casi noto descender
un chorro de viento
que se esparció fresco
por todas partes.

Frente a mí, sorpresivo,
vertical y automático,
creció al instante
un árbol que agitó sus hojas
para sacudir el cielo.
Brillantes sus hojas esmeraldas
se ofrecieron a mi vista
y casi lo veo inclinarse
haciendo una reverencia
como saludo.

De repente los movimientos
cesaron,
creí que todo había terminado,
Pero no,
pronto me di cuenta
que el silencio
era su forma de presentarme
a sus hermanos.
A lo largo de la calle,
a la velocidad del viento,
fueron apareciendo árboles
de tupido follaje
o visibles ramas.

Uno a otro van estirándose
con asombro.
Los fui dejando nacer
y pronto noté con agrado
que sus movimientos
no eran otra cosa
que la única forma de lo invisible.
Poeta

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