Tu voz surca los confines del espacio
mezclándose con los aullidos del viento,
es tu voz ese ruido que me ahoga despacio
y me asfixia, agonizando en lo que siento.

Es tu voz la sentencia plagada de mentiras,
es el grito de los lobos del infierno,
es la voz del lamento que respiras,
la sensación que se revuelca en lo eterno.

Es una voz denigrante y sin mesura
que con intrigas me desnuda en la desgracia,
es un mito carente de censura
que al perforarme los oídos se congracia.

Es el ruido fastidioso que mis oídos reciben,
un chillido lacerante culpable de mi sufrir.
Desagradable berrido que mis sentidos perciben,
tu voz la escucho en la muerte, nunca me dejó morir.

Julio Medina
4 de enero del 2011