¡Ese niño descalzo buscando en los desperdicios!
Lleva un bulto, carga un pedazo de palo,
la ropa sucia y rasgada la ha obtenido con sacrificios.
Su tez está tiznada, aparenta ser el malo.

Dejados a su suerte en un callejón sin salida
recibiendo los sinsabores de las tragedias de la vida,
ellos no pidieron nacer en una sociedad embrutecida,
que con el egoísmo y la ambición se la pasa entretenida.

El mundo los ha empujado en profundos orificios
de un mar incierto donde sobreviven nadando como escualos.
Convive la infantil comuna en abandonados edificios.
Estoy buscando en la memoria como este mal destartalo.
En un rincón sombrío y en la ingenuidad de la ignorancia
desechados en el camino por la sociedad inmisericorde;
entre ratas e inmundicia así han perdido la infancia.
¿No hay en la tierra un alma noble que este problema aborde?

Mientras que con la barriga harta
están los codiciosos políticos y la alta jerarquía
de estos gobiernos comprados que del pueblo se enriquecen,
estas criaturas entre la mugre buscan el pan día tras día,
y en la pobreza de su miseria tristes los sueños perecen.

Julio Medina
23 de marzo del 2011