Cuentos : L'italiano è la colpa |
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L'italiano è la colpa
Fue un golpe contundente, un puñado de puntos luminosos invadió su campo visual producto del impacto y del mensaje erróneo del lóbulo occipital. Por supuesto que se desplomó. Cayó debajo de los tres drones soldados unos a los otros de rojo despintado y que terminaban en una llave de pluma, que cada dos minutos depositaba una gota sobre el cartón en el piso. El fuerte olor a bacalao y gas kerosén quedó adherido a sus fosas nasales como estampilla de correo e impidió perdiera por completo la consciencia. Era uno de estos negocios de pueblo, donde los perros entran buscando comida y el dueño les apostilla “arranca pal carajo, animal hijo e’ puta”, quedando su voz apagada por la estridencia de la vellonera. Había picadera en un frasco de pepinillos verdes con cuatro huevos “sancochaos” adentro y un salchichón mortadella de tres años que guindaba de un curricán. No faltaba la nevera de negocio que exhibía carne de res y cerdo y un enorme queso de hoja blanco. Una alfombra de canecas de Ron Llave, golillas de cigarrillos y fósforos Three Stars completaban la escena. Tres mil seiscientos segundos antes, el Italiano bailaba con la mujer de minifalda floreada que dejaba al escrutinio de los parroquianos unas piernas hermosamente torneadas; una esclava de oro en cada pierna acentuaban la sensualidad de la hembra. Las feromonas que exudaba se entrelazaban a velocidad de la idea con las del Italiano y de vez en cuando escapaban hasta alguno que otro parroquiano. La mujer estaba más buena que un flan de queso acompañado de un vaso de leche. Nadie vio a entrar al hombre mal encarado de amplia caja toráxica, piel bronceada, las mangas de las camisa enrolladas que mostraban unos bíceps de luchador de la WWF y con una mirada que decía ‘que nadie joda conmigo, ni aún mi padre con sus pelotas de general’. Siempre parece ser así, porque cada cual se hallaba inmerso en su propio ritual de urgencias y necesidades: la caneca, llevarse a la hembra de piernas criminales, fumar un cigarrillo o un moto, ahogar en alcohol las frustraciones diarias en el bar. _____¡Canto de hija de puta, qué carajos haces bailando con este pendejo! Te voy a dibujar un crucigrama en la cara con esta cuchilla. ¡Te voy a joder cabrona, te voy a joder, pa’que aprendas a respetar a los machos! Desvió toda su cólera e ira a otro lugar y no le hizo un crucigrama a la mujer. Prefirió agarrar por el cuello al Italiano que bailaba con la pecadora, poniéndole la faca en el mismo. El Italiano temblaba aterrorizado por el predicamento en el que estaba inmerso, en algún momento recordó a Jesús en Getsemaní y por un momento creyó que el también comenzaba a sudar sangre. Sus esfínteres estaban a punto de relajarse y reventar en un torrente de heces fecales y orín. El tiempo lineal se detuvo en una compacta masa, en un ovillo de emociones difíciles de explicar, todo en el Italiano era miedo. ____Suéltame brother, que la mujer es mi prima, jadeaba el Italiano con voz temblorosa y entrecortada, la sangre agolpada en las sienes ¡te juro por mi vieja muerta que es mi prima, es mi prima! Aferrado a ese argumento, que siempre sale a la luz en actos de infidelidad o en situaciones embarazosas, el italiano oraba porque la cuchilla no fuese a partir una de sus carótidas. Las primas en ocasiones pueden salvarte la vida. En cuántas ocasiones, la corteja, la amante, la amiga, la meretriz, la gamberra de pueblo se ha convertido en prima, como explicación pueril cuando el lío de faldas en el que nos hemos metido se descubre. ___¡Deja que te explique por el amor de Dios, es mi prima, mi prima, mi prima! ____¡Suéltalo chico, no te metas en un lío, quítale esa cuchilla del cuello, no seas pendejo, no lo hagas, qué sacas con matarlo, es mi primo déjalo! Así rezaba el coro de voces de los allí reunidos. Todos arengaban a que el carpintero soltara el arma con forma de curva , pero nadie intervenía físicamente por temor a ellos también coger un tajo o que degollaran al Italiano, No se sabe si fue un ángel: Rochel, Haniel, Zadkiel quien protegió al Italiano o el desgastado argumento de ¡es prima mía!, lo que hizo que el torrente de adrenalina que controlaba la mano aferrada a la cuchilla fuese cediendo. El hombre, aún temblando de pies a cabeza, por fin dejó libre al Italiano. Ambos protagonistas exhaustos y sudorosos se alejaron a extremos opuestos del colmado bar. Un silencio negro y compacto, que podía cortarse con la faca en el suelo invadió el negocio, mientras la pecadora se marchaba de manera apresurada, entre la nube de comentarios adversos a su moral. ___Hombre, te debo una disculpa, es que ésta mujer siempre me hace lo mismo; ¡yo la quiero mucho pero es que es muy puta! __No sabía que era parte de tu familia, que era tu prima, por favor perdóname, me siento avergonzado, que papelón estoy haciendo por esta condená perra. ___Sólo ésto me faltaba, cogerme un presidio por el cohete este, decía el ya feliz cornudo con cara de verdadero arrepentimiento. El camino para estrechar manos dejando atrás el intento homicida y la pelea, se hizo monótonamente largo y escabroso; se dieron un largo apretón de manos mirándose a los ojos. ____Dale un palo ahí al hombre de lo que quiera, dijo el gordito más sudado que caballo de hipódromo. __Ya to’ está hablao, todo en el pasado. ___¡J&B con leche!, dijo el agresor con la cabeza aún baja. No hablaron mucho, toda la conversación se componía de monosílabos, frases cortas y afirmaciones con la cabeza. ___¡Dale otro J&B al hombre!, era la frase reiterativa del Italiano, queriendo dejar en claro que sólo quería estar en paz con el hombre y su consciencia. Repitió el ‘dale otro’ algunas diez veces. Ya el novio de la pecadora, había caído en el artificioso falso estado de bienestar y relajación producidos por el etanol, su visión comenzaba a nublarse. No bien terminado el décimo J&B con leche, se escucha a alguien gritar, ____¡Pero me cago en la hostia loco, cabrón, yo pensaba que habías dejado esa situación en cero! Fue una vendetta del Italiano, viendo a su agresor sumido en el sopor del whisky, se le fue encima. En la mejor tradición del pancracio, del arte del Marqués de Queensberry y de Rafa Leduc, le dio un ‘gancho’ en el parietal izquierdo poniendo sus 215 libras mal repartidas de lípidos y colesterol detrás del golpe. ¡Prefería ser victimario antes que víctima, ojo por ojo aunque quedase ciego, es mejor dar que recibir! ___Déjenme puñeta, me cago en la hostia, en la puta virgen inmaculada y en todos los santos del Almanaque Bristol, déjenme, que este hijo de puta me las va a pagar. No conforme con haberlo tirado al piso, también quería bailarle un tango encima, patearlo, joderlo, compensar el susto de padre y señor mío que había pasado con lo de la cuchilla en el cuello. ___Pero Italiano, Berlino, puñeta acaso eres loco, dijiste dejarías todo en cero, deja ya al hombre… ___Me cago también en tu madre, respondió, ¿tú no entiendes que hace una hora atrás este cabrón quería cortarme la yugular? Con esa no se me iba ir al hoyo este mal parido, así que vete al carajo. ___Ahora sí, que todo queda en cero, vociferaba el gordito mucho más sudado que nunca. Cuatro pares de manos sujetaron al Italiano y lo sacaron a las afueras, que aún quería seguir la faena sobre el infortunado tendido en el piso. ____Mejor llévatelo de aquí, está fuera de control y es un tipo bueno, es la primera vez lo veo así, no sea llegue la policía, me dijo el dueño del negocio. ___Debes ser muy valiente para caminar con este pedazo de loco, añadía sonriendo. Bueno, no soy muy valiente, lo que pasa es que el hombre me invitó a beber, celebrando que había recibido $27,000 de una herencia…invitaciones así no pueden pasar desapercibidas. Y sí, tengo decenas de historias con mi amigo, pero cabe señalar que la culpa de todo la sigue teniendo el Italiano |
Poeta
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