Poemas de reflexíon : Los Ojos Nocturnos |
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Yo no sé cómo alguien que baja
la frente hasta el piso para orar, o lustra de rodillas los posa pies de los asientos de las iglesias, o se balancea fervientemente frente a un muro introduciendo rezos de papel en sus resquicios, puede luego salir a menoscabar o dar muerte a sus congéneres. ¿Cómo cree que Dios, Yahveh, Jehová, Alá, etcétera, en su ser, puede secundar embates criminales sea cual fuere el motivo de éstos? ¿Dónde deja guardado su corazón el hombre que ora? Su corazón; el que puso en la fe de su plegaria, ¿dónde está cuando desbarata una familia entera con sus niños? ¿Está en guarda divina su corazón para serle devuelto sano y puro sin una leve esquirla de metralla, sin una mínima mancha de sangre, sin una pizca de remordimiento, o ya está reseco de antemano su corazón y ora solo de hipócrita? Porque si cree, reitero, que un Dios favorece su crueldad, le pregunto yo (medio a oscuras) si es el rey de los ignorantes o malentendió la voluntad suprema o está loco o mal influenciado y manipulado, o es un cínico asesino ambicioso que no cree en otro Dios que en sí mismo y ora para justificar su vejación a la vida ante la opinión pública. En una o más de estas conjeturas que tan didácticamente expongo, me digo que están las respuestas a mis preocupados interrogantes, mismos sin interés creado alguno a no ser el motivo pacifista que persigo y por los que me excuso si errados, pero me enseñaron que lo bueno y lo malo son como agua y aceite y no se unen ni se piden favores; el bien no asiste al mal y viceversa. Sí sé con certeza que ese hombre, ya sin más motivo y con el tiempo, se enfrentará a los ojos nocturnos de su conciencia (que aunque hoy no la avale descubrirá que la tiene). Mismos ojos de sus víctimas, amén los ojos puros de sus propios hijos a los que nunca jamás podrá referir sus ‘hazañas’ de sangre y órganos dispersos, a no ser que sea Satán instruyendo a su cría. Pero entonces habría un Dios realmente y de acuerdo a las mentas de su ira, esa desazón será su vara de castigo. Y esa vara azota donde más duele. Y Dios no detiene nunca su brazo castigando el daño a sus criaturas, ni en esta vida ni en la otra. Él no deja impune un solo crimen. Su ‘perdón’ es ficción de corruptos, mercaderes religiosos y cobardes. Debería así el homicida que ruega, ahorrarse la farsa de su acto y dar lugar a su ambición sin más. Pero eso sí, teniendo en cuenta que está solo; un igual suyo no es mucha garantía. Y solo, después, en soledad atroz. Solo de Dios ante los ojos nocturnos. Safe Creative: 1503273702385 |
Poeta
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