Textos :  Agradecimiento
Pocas veces nos paramos, pocas veces evitamos el terrible momento de frenar nuestro apurado camino – vale acotar que no es un camino productivo - pocas veces bajamos el ritmo de nuestra acelerada rutina para, quizás, disfrutar un poco del intoxicado oxígeno que recorre cada centímetro de nuestra sofocante y atestada guarida urbana donde el corazón humano enferma, como lo dijo una vez William Wordsworth, o para, aunque no lo entendamos, tratar de encontrar ese punto exacto donde convergen tantos colores formados por uno de los mecanismos más perfectos de éste azar presuntuoso que nos dio vida: la vista. Mucho menos, nos detenemos en camino al trabajo para saborear el triunfo de tener cada miembro en su perfecto lugar, salud para caminar, y la dicha de poder (por nuestra propia voluntad) inhalar y exhalar el aire que tanto hemos intentado contaminar, a veces, por mucho que nos cueste (y no sé bien por qué), debemos frenar en pleno beso aunque esto arruine el momento, abrir los ojos bruscamente y chocar mirada a mirada con esa persona a la cual le regalas (sin garantía previa) toda la confianza y pasión dibujada en un beso, mañana, aunque no sea costumbre en nosotros, debemos intentar parar en seco nuestro apresurado paso y darle gracias a la vida por todas las cosas que nos ha brindado, por habernos parado de mal humor al notar que nuevamente es lunes, por haber derramado un poco de café en la corbata, por tener seres queridos que bien sea por costumbre o real aprecio, cada mañana nos desean un excelente día, por cada cigarro que se fulmina nuestras bocas o por cada beso en la mejilla de ese amigo fiel que siempre se muestra abierto a nuestros problemas, por cada grito irónico de nuestros jefes, por cada mirada comprensiva de nuestras madres o por cada vivencia que, por mero capricho; se reproduce totalmente fuera de contexto en nuestro día.
Existen muchas cosas por las cuales agradecer, algunos agradecerán a un Dios, otros a un billete de alta denominación y otros, como yo, que solo agradecen a la vida por este maravilloso azar que, de entre tantas otras opciones en la guerra inicial (Esa guerra que formamos en el vientre de nuestras orgullosas progenitoras), nos permitió llegar de primero dándonos nuestro primer ¡Golpe de suerte de la vida!

Por ésta y muchas otras razones, mañana no insultaré al celular por despertarme o al estudiante por entrometerse en mi camino matutino al trabajo, tampoco odiaré el tráfico y mucho menos al vecino de camino que, ejerciendo su libertad personal, decide escuchar música en alta voz, mañana respetaré a cada objeto o persona que se interponga en mi camino, pues, he tenido la suerte de vivir y sobrevivir, de respirar, de opinar, y, de amar. Aún amanece gratis, aún hay esperanza de un mundo mejor, pero, nada cambiará si empezamos la mañana quejándonos por trivialidades que – si vienen al caso - pero que no trascenderán.

Mañana sé libre y procura disfrutar de cada paso y cada gesto, como lo haré yo.
Poeta

0 puntos
0 0 0