Poemas sociales : Barrio Palomar |
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En el barrio porteño de “Congreso”,
(San Nicolás, exactamente) las palomas tienden cordeles invisibles de frente a frente de los edificios; mismos que, estoicos, con sumisa paciencia de rumiantes, las toleran sobre sus rebordes centenarios. Cordeles, que luego la polución ambiente tiñe de negro. Por tanto, creo que las palomas son las responsables de la maraña de cables que pende sobre las calles de ésta ciudad y de todas las que soportan su insolente vuelo, en tributo quizás, a tanto sueño trunco. ¡Cruzan raudas! realizando su hilandera labor. Tornasoladas, cenicientas cual prontuarios quemados del archivo celestial, y aun así, guardando esa vidita que enganchan en cualquier balcón, u ornato, para arrullarse, acicalarse y copular a expensas del Creador. Y desde allí resurgen borroneando el día. Nadie como ellas disfruta el artesanal contraste arquitectónico de este barrio, hecho al fin y al cabo por y para nosotros. Lástima que a muchos, el fiasco nos limitó a nuestras letárgicas, adustas jaulas vidriadas. Y en esa sedentaria y ‘cauta’ prevención nos olvidamos de volar, perdiendo entonces nuestro plumaje de utopía y hoy, en pellejo, no nos queda otro remedio que soñar. Soñar, y ver volar vitales, aun chamuscadas, emancipadas de nosotros, nuestras ilusiones. |
Poeta
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Uno se pregunta, dentro tal vez de las limitaciones o la sapiencia que no le conocemos a ellas, que piensan las palomas de nosotros cuando nos miran desde el otro lado del vidrio. El palomar humano, un revoltijo de bichos sin alas, supongo.
Tu escrito lo refleja a esto con mucha mejor cadencia, muy ameno y muy, muy geográfico, tipo postal desde un noveno piso.
Un gran saludo cordial.
Gus
Muchas gracias, Gus, acertaste seguramente en el criterio de las palomos sobre nosotros, como en el Nº de piso desde donde justamente escribí hace unos años estos versos.
Buen fin de martes.