Poemas : Plausible parvedad |
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PLAUSIBLE PARVEDAD (Neosurrealista) Por ese amarillo que, inventa un sol, azul pinta en el bosque un relámpago, de la ebria muerte, separando el alba de una estatua, equivocada, hambrienta y sanguinaria. Calculando las medidas de longitud estándar, asistidos con cadenas o con cuerdas, donde la culpa se apodera de un beso, con la tecnología más avanzada, ofreciendo al tórax desnudo una protección invisible, e innovadora, sobreestimando en gran medida la cantidad, de los labios de aplicación microsuave a la pupila, que tiembla riendo, con la firme incrustación de vocales, diseñadas y alegres, preocupadas en formar un pequeño nido entre los muslos, con las hebras perfumadas, de los hechizos y sus gracias... Por esa mirada que camina un puente, de luz estremecida por sus ramas, blandas siembras de cortinas, en la piel desesperada, de la calle, muñeca sin cabeza. En la primera visita, de la caja de seguridad a los huesos, en la base del árbol genealógico, además de dibujar ojos, a los diminutos fragmentos de los años, que indican una atmósfera nociva, que teme causar pánico, y sufrir muchas vergüenzas, que desde los edificios altos repiten el proceso una y otra vez, llevando consigo las máscaras protectoras, contra los mensajes escritos, de los especímenes homínidos, desenterrando las pasiones ensombrecidas, por el cielo más simiesco, con el fuerte oleaje de los cándidos cariños ligeros. Por la manzana pecadora mariposa, entregando las caderas comestibles, del sabor secreto, palpando al almendro entreabierto, de los féretros, sin freno, ni refugio. Para minimizar las molestias, que confirman las corazonadas, al caer la noche que recoge su dispositivo con una red, y un pobre anzuelo, gordo, fresco y listo para freír, la realidad al mojo de ajo, porque en su cubículo hay un teléfono, que usa los sótanos atados de las manos, por la travesía de los techos cuando entregan las paredes, un puñado de las azules y frescas frutas lustrosas, más o menos una vez cada seis años, con largos bramidos, y la selva de plásticos dormidos en camiseta, por los obstáculos, que se posaron en la superficie de los sensores. ¡Oh, parvedad a la medida, cuando el agua es redondeada!. Y es plausible la inundación de los desiertos catastróficos sin entrometerse con el fruto de la paz al respirar libertad los muertos del amor más puro y viviente. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Bello paseo por todos los confines del intelecto, Joel. "Entropizador", lo suyo, pero de muy grata lectura. Un gran saludo.
Gus
Gracias de sus amables y sutiles observaciones. Bien estimo sus re-lecturas y digna valoración de síntesis. En alguna forma muy cercana a Rudolf Arnheim en su obra ¨Arte y entropía¨. Saludos. Nos seguiremos leyendo.