Cuentos : SEBASTIAN Y LA NAVIDAD. |
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SEBASTIÁN Y LA NAVIDAD.
Sebastián es un niño singular, de siete años, con dotes sensibles con un sexto sentido bastante agudo; es huérfano de padre y madre, vive en un humilde orfanato custodiado por religiosas. Dichas religiosas lo recibieron, porque este niño había quedado al cuidado de María la abuela paterna, pues los padres de Sebastián fallecieron, su madre de una enfermedad incurable, cuando el niño, solo tenía dos años de edad; posteriormente su padre fallece en un accidente de trabajo, y entonces Sebastián, apenas contaba con cuatro años; pero la abuela enfermo de gravedad y ya no fue posible para ella, seguir haciéndose cargo de Sebastián. Entonces no tuvo más remedio que entregarlo al orfanatorio, del Sagrado Corazón. A los pocos meses la abuela del niño Sebastián, falleció. La Navidad estaba próxima, y era la primera vez en su vida, que pasaría esta, sin su querida abuela María, Sebastián era un niño muy amigable y pronto se adaptó al medio ambiente austero, y con bastantes carencias, a él le gustaba mucho cantar, así es que para hacer su estancia más llevadera, se integró al coro de los niños, de la institución. Dicho orfanato funcionaba por medio de un patronato y donativos de la gente con buen corazón, y ventas de galletas y rompope que las mismas monjas elaboraban; en esta casa se encontraban veinte niños más, que estaban ahí por distintas situaciones, todas ellas, nada agradables. Los niños le cuentan a Sebastián, que todas las Navidades les llevaban mucha comida, piñatas, juguetes, dulces, y ropa, y que la pasaban muy bien. Pero la Madre Superiora Agustina, pide que se reúna la congregación de religiosas, para informales que esta vez pasarían, una Navidad muy triste; debido a que, el presidente de dicho patronato se encontraba muy enfermo, y lo habían trasladado a los Estados Unidos, para sus tratamientos, y el resto de los socios no podían hacer mucho por ellos, puesto que él presidente, era quien apoyaba económicamente. La Madre Superiora, les indica a las religiosas que reúnan a todos los niños, y los vayan preparando, para que esta vez no esperen, una navidad como las pasadas, pletóricas de alimentos y juguetes. Y así fue, pero los niños se pusieron muy tristes y pensativos, pero Sebastián les dijo, — no crean nada, mi abuela me decía,… que cuando tuviera algún problema, o deseara algo difícil, cerrara mis ojos, y le pidiera a Dios con todas mis fuerzas, y me lo cumpliría. Sebastián muy preocupado, por lo que estaba sucediendo en la casa hogar, todas las noches antes de irse a la cama a descansar, se acercaba a la ventana de su dormitorio, y elevando su mirada al cielo, cerrando sus ojitos, le pedía a Dios con todas sus fuerzas, que la Navidad fuera hermosa para todos, con muchos juguetes, piñatas, comida y un gran abeto oloroso, lleno de luces y adornos de colores. Lo que nadie sabía era que ha Sebastián, le esperaba algo inimaginable; un medio día los niños se disponían a tomar sus alimentos, pero este niño, como siempre presintió que algo sucedería, pero no entendía lo que estaba sintiendo, tanto que no termino de comer cuando… salió al patio en donde se encontraba una gran fuente, se sentó en la orilla de ella, tocaba con sus manitas el agua mientras emitía una canción que su abuela María le había enseñado. Mientras tanto en la dirección, se encontraba la Madre Superiora Agustina, revisaba papeles que tenía en su escritorio, cuando de pronto, sonaron la campana de la parte exterior del portón; era un matrimonio joven distinguido y elegantemente vestidos, la señora traía consigo un sobre grande en su mano, y Manuel el conserje los hizo pasar, preguntaron por la Madre Principal del orfanatorio, Sebastián que aún se encontraba en el patio, volteo a verlos, pero como no los conocía, siguió inmerso en su pensamiento de niño y seguía cantando. Manuel el conserje le anuncio a la Madre Agustina, la llegada de dicha pareja, los hicieron pasar a la oficina y les ofreció asiento, la madre les pregunto, — ¿en qué les puedo servir? A lo que el señor respondió, —pues vera madre, ustedes tienen a un niño llamado Sebastián Madero, y nosotros somos sus tíos, el padre del niño era mi hermano, y hemos hecho todos los trámites legales, para su adopción. La Madre Agustina les cuestiono, — ¿ustedes no tienen hijos? Y respondieron, que contaban con tres hijos, y que así Sebastián no estaría solo, el tío del niño le informo a la Directora, que ellos tenían una solvencia económica muy buena, que el niño no carecería de nada. Entonces la Madre Superiora, les pide los papeles, para revisarlos, y les dice, —bueno efectivamente estos documentos están debidamente legalizados, —bien, pues cuanto lo siento, porque nosotros queremos mucho a Sebastián, pero creo que estará mejor con ustedes, que son su familia. Hacen llamar al niño Sebastián, y la Madre Agustina, le informa que la pareja presente Mauricio y Carlota Madero, son sus tíos, y que tendrá que irse a vivir con ellos, y con tres de sus primos. La Madre Superiora manda llamar a una de las monjas, y le pide que acompañe al niño a recoger sus pertenencias, ya que dejaría el orfanato, pero que también se despidiera de sus compañeritos, que tanto lo querían. Todos los niños por supuesto le lloraron, y el impávido, no sabía que decir, todos salieron a despedirlo y le decían,— ya no pasaras la Navidad con nosotros, creemos que será aún más triste; pero él fue diciente, con voz alta y firme, les recordó, lo que su abuela le decía,— cierren sus ojos y pídanle a Dios con todas sus fuerzas, y se les cumplirá, por difícil que sea. Pasaron los días y en aquella lujosa residencia palaciega, en la que Sebastián habitaba, y aun así, parecía distraído, no jugaba, solo pensaba en la triste Navidad que los niños y las religiosas del orfanato Sagrado Corazón, iban a pasar. Un día ya muy cercano a las fiestas navideñas, el tío Mauricio le pregunta a Sebastián, — ¿por qué estás tan pensativo?, que no te gusta la casa? A lo que el niño respondió, —claro que si tío, pero pienso en los amiguitos y las religiosas de la casa hogar, que pasaran una Navidad sin comida y sin el abeto perfumado con luces de colores; a lo que el tío desconcertado le pregunto el motivo. Sebastián le comenta, que el presidente del patronato había enfermado, y todos los problemas que con ello, se habían desatado. Entonces el tío Mauricio le dice al niño… que no se preocupe, que él y la tía Carlota, se harían cargo de que en el orfanato, tuvieran una riquísima cena de Noche Buena, y una hermosa Navidad. El niño se puso muy contento, y en la noche antes de dormir, se acercó al gran ventanal de su recamara, y elevando su carita al cielo, y sus manitas en forma de oración,le dio gracias a Dios, enviándole también un mensaje a su querida abuela María, y con lágrimas en sus ojitos le dijo,—“Gracias abuela, por enseñarme la forma de comunicarme con Dios”. Ya en la víspera a las fiestas navideñas, los tíos de Sebastián, enviaron a gente de su confianza, para que colocaran, el bello y oloroso abeto navideño, en el orfanatorio, el niño agradecido, fue acompañándolos conjuntamente con sus tres primitos; en el orfanatorio se pusieron muy contentos, todos participaron, en la decoración del abeto oloroso, lo llenaron con luces y adornos multicolores, así como lo habían soñado. Ya una vez adornado, colocaron muchos regalos, las religiosas y los niños, lloraban de alegría, y le daban gracias a Dios, por tan bello milagro. La Madre Superiora Agustina, después de hacerles llegar las gracias, con los empleados de aquel matrimonio de buen corazón, les dijo, —díganle al señor Mauricio y a su señora esposa Carlota, que mañana a primera hora, ofreceremos en nuestra capillita, una eucarístía en honor, de la familia Madero, para que Dios los bendiga abundantemente, por su buena voluntad. Y para pedir a Dios por la salud, de nuestro presidente del patronato de la casa hogar. A la mañana siguiente, asistió dicha familia a la ceremonia, y sumamente agradecidos, el señor Mauricio le anuncio a todos los habitantes del orfanato, que el día de Noche Buena, no se preocuparan, porque les haría llegar desde temprano las piñatas con colación y las viandas para la cena; y que a partir de ese momento, ya no tendrían más preocupaciones, porque la familia Madero, se sumaría al patronato del Orfanatorio del Sagrado Corazón. Todos saltaban y gritaban de júbilo; y por supuesto Sebastián, quien les dijo, —gracias a Dios, todos vamos a celebrar llenos de dicha y felicidad, el nacimiento de Jesús. Pero no olviden, que cuando se encuentren en problemas, basta con que “cierren sus ojos, y le pidan a Dios con todas sus fuerzas, y se les cumplirá por difícil que sea”. FELIZ NAVIDAD… Cuento de Navidad. Autora: Mónica Lourdes Avilés Sánchez. País México. 2013 dic Derechos Reservados. |
Poeta
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Mónica : Bello, de un grato mensaje. Un gusto leerlo. Saludos y buenos tiempos le deseo siempre.
MUCHAS GRACIAS FELIZ AÑO NUEVO
"Pidan a Dios con todas sus fuerzas, y se les cumplirá por difícil que sea”.
¡¡MARAVILLOSO!!
ASI ES NITA, FELIZ AÑO NUEVO, UN ABRAZO
MUCHAS GRACIAS NITA, FELIZ AÑO NUEVO.