Cuentos : LUISA |
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LUISA.
Luisa, es la hija mayor de Pedro y Amalia, ellos viven en una humilde casita hecha, de ramas y madera, que construyo Pedro que se dedica a labrar la tierra y cuidar de sus animales, Amalia como toda ama de casa, esta al cuidado de su vivienda, y de sus otros tres hijos que son más pequeños que Luisa. La casita que habitan se encuentra a orillas de un rio, el lugar se ve agradable lleno de árboles y flores silvestres, aunque es un gran peligro en temporada de lluvias, afortunadamente nunca les ha pasado nada. Esta muchacha, como toda adolescente tiene sueños, pero está segura que nunca serán cumplidos, pues hay tantas carencias en su vida familiar, ella va a la escuela secundaria, la cual queda a kilómetros de su casa, se va caminado todo los días, llora porque le pide ropa y calzado a sus padres y ellos se preocupan porque no pueden dársela, dada la situación tan precaria. Luisa les dice, –– siempre me pongo la misma falda zurcida y las mismas sandalias viejas y rotas, en la escuela todos se burlan de mí, porque mis pies están cenizos y agrietados, si ya de por sí, le da sueño en la clase por la falta de alimento; Luisa sueña con ser algún día maestra de primaria. Cuando va camino a la escuela, va pensando y hablando en soliloquio, diciendo– ojala tuviera un hermoso carro con un chofer, así, no tendría que caminar hora y media y no llegaría tan cansada. Y cuando regresa a su casa, se fastidia y piensa mirando fijo a su derredor, –ojala tuviera una casa preciosa con servidumbre, con una gran recamara para mi sola, con una cocina llena de comida y frutas dulces, con una enorme alberca, y no este rio maloliente y lleno de basura. Cuanto dolor y amargura alberga en el alma de Luisa, tan joven y tan bonita; porque además de soñadora es muy bonita, de facciones finitas, de ojos cafés claros y grandes, cabello oscuro, su figura es grácil, su piel morena aunque descuida; ¡Ah!, pobre Luisa, ¿qué irá, a ser de su vida, con tanta inconformidad? Un día cuando regresaba de la escuela, camino a su casita, desde lejos, pero muy lejos, avisto un gran resplandor que encandilaba, y entre más se acercaba, era más intenso, cuando llego al lugar, vio como el brillo subía al cielo, era una moneda, y junto a ella una gran roca, entonces Luisa se preguntó, ¿cómo puede ser, que de esta moneda emane tanta luz? Ella se inclinó para tomarla en sus manos, y de pronto se sintió un extraño viento, pero no era cualquier viento, porque traía consigo una dulce voz que le dijo, – cuidado Luisa, si recoges esta moneda, te dará todo lo que has soñado, pero a cambio, te quitara algo de lo más preciado que tienes; y está inquieta adolescente, no le importo; porque pensó que nada, de lo que poseía, era de valor para ella. Al tomarla en sus manos sintió sueño, sus ojos se le cerraban involuntariamente, entonces, se sentó en el suelo recargando su cabeza en la roca, y poniendo sus manos con la moneda en su pecho, se quedó profundamente dormida. Cuando de pronto, empezó a llover a cantaros, el rio empezó a desbordarse, las casitas que estaban en las faldas del rio se las llevo la corriente, y la vivienda de Luisa, no fue la excepción, Pedro, que se encontraba, pastoreando a sus animales, vio como irremediablemente el agua se llevaba, la casita con su esposa Amalia y sus tres hijos, y sin poder hacer nada, sus animales también los arrastraba el rio, el padre de Luisa, gritaba su desgracias a los cuatro vientos, arrancándose el alma de tanto llorar por la pérdida de lo que más amaba, el fruto de su esfuerzo y trabajo, pero sobre todo su familia, a la que no recuperaría más. De pronto Luisa, despertó abriendo sus ojos sobresaltada, ignorando, por cuanto tiempo había estado dormida, abrió sus manos y se sorprendió al ver, que ya no era la moneda que recogería sin importarle nada, sino que era una tapa de lata oxidada, la arrojo de lado, se sacudió la ropa y se fue corriendo, hasta llegar con su familia, se paró en la puerta, mirando a su derredor, pidiéndoles perdón a Dios y dándole las infinitas gracias, porque toda su familia se encontraba bien, que solo había sido un mal sueño, y comprendió, que esa era su vida y que jamás la cambiaría por nada, ni por nadie. Al poco tiempo, el gobierno reubico a todos los habitantes de dicho lugar, porque si, era un peligro latente, en caso de que llegará a desbordarse el rio. Les dieron facilidades para obtener viviendas dignas, para una vida mejor, cerca de escuelas y la ciudad, en donde Luisa con los años, alcanzó su logro; el de ser maestra de primaria y ayudar a su querida familia, la cual, después de aquel espantoso sueño, pero que gracias a él, supo entonces apreciar lo que Dios le había dado en la vida. Autora: Mónica Lourdes Avilés Sánchez. SEP-INDAUTOR Registro de Obra No. 03-2013-062812453200-01 |
Poeta
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De una sencillez apabullante sus letras, Mónica, desde el punto de vista morfopoético y prosódico. Reciba mi saludo en este fin de semana.
Mónica: Diáfanas letras en un proceso discursivo que hace agradable el contexto didáctico, y en lo onírico, alguna forma de simbolismo teológico bien planteado. Un gusto leerlo. Saludos y amistad le envío.