Textos :  Francisco Ruiz, el asesino de una serpiente.
Francisco Ruiz, el asesino de una serpiente.

Un día maté una serpiente. Veréis. Un día mi padre se rompió el fémur y tuvimos que llevarlo al Hospital. La familia, sus hijos, mis hermanos, se turnaba para acompañarlo y un día me quedé solo en mi casa. Teníamos un perrito pequeño que otro día dimos en adopción pero ese día el perrito estaba en mi casa. El perrito estaba en mi casa y le preparé la comida. La comida consistía en un trozo de foiegrás. Se lo preparé y se lo puse en el plato. Mi casa es una casa antigua reformada varias veces y aquel día una serpiente sacó su cabeza de una jamba de madera en la frontera entre el pasillo corredor y la cocina. Sacó su pequeña cabeza de la jamba de madera a la altura del suelo, era una serpiente rosada, de color carne, infinitamente bonita. Atraída por el olor del foiegrás sacó su cabeza por un agujero en la jamba de madera, y se apresuró a devorarlo, cosa que vi con estos ojos que un día se comerá la tierra. Tardó poco en comerse el paté mientras yo alejaba al cachorro de la cabeza de la serpiente, y se dio la vuelta entrando por otro agujero o grieta que había en la jamba de madera. Pero no pude resistirlo. Aunque me fascinaba la belleza y la desconocida peligrosidad de la serpiente cuando tenía media cola fuera, pues entre que sacó la cabeza y la metió en la jamba sacó el resto del cuerpo, no pude resistir mi naturaleza antinatural y le di un pisotón. Inmediatamente me arrepentí de aquello, había destruido una auténtica preciosidad de vida. Quizás fuera una víbora peligrosa, nunca lo supe, el caso es que la reventé de un pisotón. Después del pisotón vi como la serpiente metía la cola en el agujero. No sé si llegué a reventarla o no, el pisotón se lo di con poca fuerza y en el extremo de la cola, si mi madre la hubiera visto habría dado gritos de pánico como una poseída por el demonio y seguramente mi padre le habría aplastado la cabeza. Yo tan solo me puse a contemplar su belleza pero mi naturaleza antinatural me pudo y no pude resistirlo y le di el pisotón. Luego estuve muy preocupado porque pensé que le había aplastado el aparato reproductor. Unos años más tarde desmontaron las jambas de madera y no encontraron nada. Fue una serpiente de una belleza indescriptible pero la maté. Quién sabe, lo mismo me libré de una dolorosa y mortal mordedura de serpiente. A mi y a mi familia.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero. (lo nunca visto, una serpiente comiendo Foiegrás la Piara).
Poeta

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