Poemas eroticos :  Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados, Con
Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados, Con Plumas de Carnaval, En la Nieve.

Plumados chavales de complexión débil, arcángeles niños,
Águilas querubes, gallos de fantasía,
Espléndidos cisnes de ojos de violetas,
Magníficos putos de pavos reales.

En la nieve pura, quemantes y delgados,
Celestiales, bellos, glamurosos, ígneos,
Con mirada lila o con mirada berila,
En escorzo de pluma y en escherzo de dioses.

Arcángeles querubes, sobre la nieve fundente,
Lirios de un invernadero de milagros, exquisitos chulos,
Niñatos para un concierto de armonía sublime.

Soberbios putitos con aromas de Arabia.

Delicadamente las orquídeas se abren
Y muestran sus corolas, y la nieve transida

En un espanto blanco de azúcar fresquísima
Se deja su frialdad en las plumas salvajes.

Huele a jazmines enloquecidos y a mentas derretidas.

Y todo el esplendor de las plumas perfectas
Sirve para adornar la hermosura de los muchachos
Capaces de matar a patadas a un anciano demente.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.



Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados y Semidesnudos, Cubiertos de Plumas de Carnaval, llenando el Congreso de los Diputados Españoles.

Los hermosos putitos de fantasía brasileña, águilas amarillas,
Con los ojos pintados y los muslos al aire, cisnes rojos,
Pavos reales bellísimos, garzas de diamante, buitres de plata,
Se pasean por las escaleras del Congreso, frente a los rugientes leones.

Tomada la sede de la Soberanía Nacional por los niñatos,
Bellísimos pájaros de fuego, brasileiros querubes emplumados,
Huitxilopoxtlis de belleza infinita, débiles arcángeles
De caderas rectas y finos tobillos, melosos, dulces

Como el azúcar de caña y la ginebra con coca cola. Revolucionarios.
Exuberantes las plumas, brutales, son divinos incubitos, lampiños, imberbes,
Una multitud que se apodera del Congreso. Extravagante y magnífica.

Punto de clavicémbalo furioso, estridencia de áureas guitarras.
Corchea roja como la sandía, semicorchea violeta.

Y al lado de la horrorosa cabeza gigante de Manuel Azaña
Un hermoso putito delgado con plumas verdes y doradas
Se toca la polla y se hace una paja. Espléndido.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.



Hermosos Putitos de Dieciséis Años, Delgados y Desnudos, con Collares de Esmeraldas en el Cuello, con Grandes, Gigantescas, Esferas de Relojes de Oro sobre Caballetes, en una Habitación con Grandes Cuadros de Fotografías Gigantescas del Sol, y Estatuas y Bustos de Vidrio Verde de Emperadores Romanos.

Heliogábalos verdes intentan inclinarse ante la belleza absoluta
Y lloran lágrimas de esperanza o notomía ante la perfecta hermosura de los ángeles.
Calígulas béticos, asesinos de sus hermanas, chillan escandalosos
Sin poder probar el vino verde de los labios de los niños soberbios.

Suenan los relojes de oro gigantescos, marcan la hora, con parsimonia
Y los bellos putitos, con madreselvas en los labios, nenúfares exquisitos,
Se deslizan junto a los relojes enseñando sus falos y
Contemplan fervorosos el sol con sus nucleares llamaradas.

Dan la hora en punto los relojes, las cinco en Nueva York, las ocho en Paris,
Las diez y media en Tokio. Los muchachos son golfos
Para una embriaguez celestial y una bacanal de demencia.

Niñatos que muestran sus nalgas turgentes, prietas, como gordas sandías,
Como panzas de sapo, espectral y sideralmente perfectos.
Ante un sol de castigo y ante Marco Aurelios de malaquita.

Que gritan como enloquecidos en sus duras y frías cárceles vidrio. Histéricos.

Y los muchachos, Impávidos o sonrientes, mueven las flechas de los relojes a su antojo.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero.
Poeta

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